La decisión de Paramount Skydance de vender Telefe por aproximadamente 100 millones de dólares marca un punto de inflexión en el sector audiovisual argentino. Por primera vez en casi tres décadas, la principal cadena de televisión abierta pasará a manos locales, consolidando una tendencia de nacionalización que deja al mercado sin presencia significativa de multinacionales. Esta operación, facilitada por regulaciones flexibles bajo el gobierno de Javier Milei, contrasta con su discurso de apertura económica, y plantea interrogantes sobre la sostenibilidad y diversidad del ecosistema mediático en regiones como la Patagonia.

Historia de una Retirada Progresiva

Paramount, que adquirió Telefe a Telefónica en 2016 por 345 millones de dólares, anuncia su salida en un contexto de desinversión global. Precedentes incluyen la venta de operaciones de Telefónica a Telecom —controlada mayoritariamente por Grupo Clarín— y la cesión de DirecTV por AT&T al Grupo Werthein en Latinoamérica. En los 90, bajo Carlos Menem, la apertura permitió una modernización con capital extranjero, pero generó concentración y control externo. Hoy, al menos 70 multinacionales han transferido activos a capital local o regional, según informes consultados, dejando un vacío que llenan emprendedores nacionales.

Interesados Locales y Fragmentación del Mercado

Entre los potenciales compradores de Telefe figuran Gustavo Scaglione, Marcelo Fígoli, Tomás Yankelevich, Grupo Werthein y Kuarzo Entertainment. Scaglione ya se posiciona con adquisiciones como repetidoras de Telefe en Salta, Tucumán y Bahía Blanca, mientras Fígoli compró Canal 7 de Neuquén en 2023. Estos movimientos reflejan el ascenso de empresarios medianos —como Hochbaum, Marini, Toviggino, Cella, Occhiato y Rivero— en medios y streaming, fragmentando la «red federal» de Telefe pero concentrando poder en manos locales. En la Patagonia, donde Río Negro y Tierra del Fuego dependen de señales nacionales para distribución, esta transición podría limitar contenidos regionales, agravando la brecha digital en áreas remotas como Ushuaia.

Impactos Económicos: De la Inversión Extranjera a la Consolidación Local

La venta por 100 millones —un tercio del valor de 2016— evidencia la contracción del sector, con menos acceso a capital foráneo para coproducciones y exportaciones. Productores independientes enfrentan desafíos en escalabilidad y calidad, ya que el capital internacional financiaba proyectos ambiciosos. La influencia creciente de Grupo Clarín vía Telecom genera preocupaciones por monopolio, pese a la irritación de Milei con su poder mediático. Starlink representa una excepción, expandiéndose en telecomunicaciones, pero no compensa la salida generalizada. En Patagonia, donde el turismo y la industria dependen de narrativas locales, la nacionalización podría fomentar identidades regionales, pero requiere regulaciones que eviten concentración excesiva.

Desafíos para Productores y Futuro del Sector

La retirada de gigantes como Paramount reduce oportunidades de coproducción internacional, afectando la cadena de valor: desde guionistas hasta técnicos. En un mercado dominado por locales, productores patagónicos —en Bariloche o Río Grande— podrían beneficiarse de contenidos más adaptados, pero enfrentan barreras financieras sin inversión global. El gobierno de Milei, con reformas que agilizan ventas, prioriza la desregulación, pero ignora riesgos culturales y de seguridad nacional, como protecciones en EE.UU. contra TikTok. Expertos advierten que esta «nacionalización» podría revitalizar el sector si se fomenta diversidad, pero sin políticas, derivará en oligopolios.

Perspectivas: Un Mercado Local en Tiempos de Transición

La operación Telefe acelera un cambio estructural, donde emprendedores medianos emergen como protagonistas. Para la Patagonia, con su ecosistema de streaming y medios regionales, representa una oportunidad para narrativas autóctonas, pero exige inversión en infraestructura digital. En Tierra del Fuego, donde eventos como el Congreso de Industrias Tecnológicas impulsan innovación, la ausencia de jugadores globales podría aislar contenidos locales. El futuro depende de equilibrar apertura con soberanía cultural, evitando que la salida de internacionales deje un vacío de competencia y calidad.