«Me sedujo el desafío literario de meterme en la cabeza de un hombre, no solo porque siento que los conozco muy bien sino también porque creo que el hecho de que sea de clase trabajadora como yo, nos acerca. Probablemente me costaría muchísimo entender cómo piensa un rico, no sé bien de qué va. Pero a ellos, los de la clase trabajadora, los conozco bien porque tengo muchos amigos así y no entienden mucho lo que está pasando con las mujeres», contó la autora a Télam durante una conversación por Zoom que mantuvo desde Barcelona, ciudad que alterna con París desde hace más de quince años.