Un resumen excesivamente detallado que proporcionó ChatGPT sobre sus libros, fue la principal pista para levantar las sospechas de Awad y Tremblay. La capacidad de saber con precisión la trama de las obras llevó a los autores a considerar que la IA generativa de OpenAI entrenó previamente leyendo sus libros que cuentan con derechos de propiedad intelectual. Awad y Tremblay hicieron equipo para crear una demanda colectiva contra la compañía que creó a la IA.