Hace cuatro décadas, en 1984, el mundo de la música fue testigo del nacimiento de una superestrella. Prince, con su álbum “Purple Rain”, logró una fusión perfecta entre el funk y el R&B que lo caracterizaba con el pop, rock y heavy metal.
Prince diseñó “Purple Rain” como el proyecto que lo convertiría en una superestrella, y eso fue exactamente lo que sucedió. El álbum encontró a Prince consolidando sus raíces funk y R&B mientras avanzaba audazmente hacia el pop, el rock y el heavy metal con nueve canciones magníficamente elaboradas.
Incluso sus canciones más conocidas no pisaron territorio convencional. “When Doves Cry”, sin bajo, es una obra maestra neopsicodélica inquietante y sobria. “Let’s Go Crazy” es una mezcla furiosa de guitarras metálicas, riffs stones y un ritmo de funk duro. La canción principal, que da nombre al disco, es una balada majestuosa llena de brillantes adornos de guitarra.
A pesar de todas sus nuevas e intransigentes incursiones en el pop, Prince no abandonó el funk. La improvisación robótica de “Computer Blue” y el amenazante ruido de “Darling Nikki” se encuentran entre sus mejores canciones.
El álbum vendió más de 25 millones de copias y en 2019 fue seleccionado para preservación en el Registro Nacional de Películas de los Estados Unidos por ser cultural, histórica o estéticamente significativa.
En conjunto, todos los experimentos estilísticos se suman a una sorprendente declaración de propósito y hacen que “Purple Rain”, cuatro décadas después, sea uno de los álbumes de rock & roll más emocionantes jamás grabados.
La película “Purple Rain”, lanzada el 27 de julio de 1984, fue coescrita y dirigida por Albert Magnoli. Inspirada libremente en la vida de Prince, la película recaudó más de US$70 millones en todo el mundo y ganó un Oscar a la mejor banda sonora original. Este retrato autobiográfico de Prince no solo fue un éxito en taquilla, sino que consolidó al músico como una estrella mundial desde una muy corta edad.