Pese al panorama desfavorable para la venta de libros, muchas librerías consolidadas se animaron a sumar un proyecto editorial

Los años de trabajo constante hicieron en Eterna Cadencia que cada vez más autores quisieran ser parte del catálogo pero, cuenta Pablo Braun, «en esencia, no hubo cambios de timón y se sigue pareciendo a lo que habíamos imaginado al principio o incluso mejor».

Pese al aumento del precio del papel que ahoga a las editoriales independientes y a la falta de estabilidad económica, varias librerías apuestan a ir más allá de la compra y venta de libros para acuñar proyectos editoriales de catálogos meticulosos, con propuestas originales y un marcado interés por encontrar nuevas voces, tal como lo hizo la pionera Eterna Cadencia, a la que le siguieron sellos como Musaraña, El Gran Pez, Los Confines y, más recientemente, Mandrágora.

Luego de años de transitar el universo de los libros, la librería Mandrágora, ubicada en el barrio porteño de Villa Crespo, acaba de lanzar un sello editorial de nombre homónimo con la ambición de concretar el proceso de producción de un libro. Del proyecto están a cargo Carolina Silbergleit y la escritora y periodista Florencia Monfort, amiga que vio crecer a la librería.

El Gran Pez, que emergió tras dos años consecutivos de caída del mercado editorial y, luego, atravesó la pandemia, dice sobre este nuevo paso: «En todo este tiempo, aprendimos a trabajar en conjunto con otras editoriales, apoyarnos en el proceso y producir incluso con la actual crisis del papel. Nuestra manera de resistir es subiendo la apuesta».

Musaraña, premiada el año último en la Feria de Editores por su trabajo como «productora cultural», propone un catálogo que abarca todas las edades y tiene autores como Parés, Pablo Fayó, Aisha Franz, Powerpaola, Júlia Barata, Pablo Besse, David Paleo, Pedro Mancini, José González, Pablo Picyk, Lui Mort, Marina Ruiz Johnson, Pitucardi, Nicolás Schuff, Marina León.

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