La Conquista, la selva y la cosmovisión guaraní: la nueva y esperada novela de Gabriela Cabezón Cámara

La mirada del colonizador nos constituye y también nosotros tenemos mirada de colonizados. Muchos de los pensadores más importantes de Argentina se están refiriendo a los pensadores europeos y casi nunca a un pensador local, y mucho menos a alguien de las culturas originarias. Si ves el mundo a través de los ojos de un europeo siempre somos una deformación. Tenemos que poder pensar desde otro lado, de manera situada”.

La mirada del colonizador nos constituye y también nosotros tenemos mirada de colonizados. Muchos de los pensadores más importantes de Argentina se están refiriendo a los pensadores europeos y casi nunca a un pensador local, y mucho menos a alguien de las culturas originarias. Si ves el mundo a través de los ojos de un europeo siempre somos una deformación. Tenemos que poder pensar desde otro lado, de manera situada”.

La escritora argentina nacida en 1968, reflexionó sobre su nueva novela «Las niñas del naranjel», una trama en la que narra la crueldad en tiempos de la Conquista de América y que a pesar del horror del genocidio logra colmar de belleza la historia. 

TELAM – Cinco años después de la aparición de «Las aventuras de la China Iron» que le dieron a su obra una proyección inesperada, Gabriela Cabezón Cámara vuelve a publicar una novela: «Las niñas del naranjel», una trama en la que narra la crueldad en tiempos de la Conquista de América y que a pesar del horror del genocidio logra colmar de belleza con una historia donde las cosmovisiones indígenas y la selva funcionan como el refugio y el antídoto en el que se detiene para refundar con esas voces una mitología híbrida y fluida como las marcas que llevan su literatura.

«Me están interesando mucho las distintas perspectivas, pensar que no hay un mundo sino múltiples mundos», dice la escritora en diálogo con Télam durante una entrevista en su departamento del barrio de San Telmo. En los últimos años estuvo leyendo mucho al chamán yanomami Davi Kopenawa, al filósofo brasileño Ailton Krenak y al poeta wichí Caístulo, a quien recomienda fervorosamente.

¿Por qué decís que fue difícil escribir esta novela?
-Lo que a mí me sale fácil es la primera persona que fluye como un río, después diálogos y tercera persona me resultan bastante más difíciles. Y esta novela tiene como mínimo tres registros de lenguas, había que conectarlos, sentir que funcionarán entre sí. Había empezado siendo una novela muy oscura y me di cuenta que no tengo más ganas de escribir esas cosas. Con le «Viste la Cara a Dios» ya cumplí con la oscuridad. Así que la empecé 50 veces hasta que le encontré la luz en los personajitos de las nenas y ahí todo empezó a ordenarse.

“América está contada siempre desde el ojo europeo y desde una educación muy colonizada. Y además los otros fueron asesinados, masacrados…Recuperar esos relatos está siendo un trabajo fuertísimo que se está dando ahora en la comunidades pero no estaba dado tan fácil si no tenías acceso a la gente misma».