La obra, fundida en acero inoxidable, con pulido a espejo, fue pensada específicamente para camuflarse con el entorno de su emplazamiento, el Río de la Plata, donde fueron arrojadas muchas de las víctimas de la dictadura. A su vez, propone, entre otras cosas, “una operación conceptual que articula la aparición y la desaparición”, según explicó Fontes en distintas entrevistas. La escultura está pensada para que ese material refleje con las aguas y por supuesto con los rayos del sol, generando un efecto visual, en que por momentos está y por momentos no.